lunes, 6 de julio de 2009

Palabras necias II

Por la madrugada del último día he visto nacer, de entre las teclas de la computadora, un ramillete de textos florecidos. Son palabras necias nacidas del ocio y de los ratos en que vivo resurgido de las cenizas, no son explicaciones, no llevan moraleja y no aconsejan a nadie. Son letras de lodo fresco buscando inventarse en una fornicación circular para crear sentido y dirección (no siempre lógica) a lo que se siente, se piensa, se recuerda o se crea. Ahora tomo este ramo de palabras y lo coloco lejos del florero de la mesa. Lo replanto en mis ojos y lo nutro con mis lágrimas resignadas, con la obstinación de un recuerdo, con la persistencia de la perennidad. No lo dejo marchitarse, ni permito que las letras secas se desgajen de la rama. Leo las palabras y provoco sus tiernos capullos para que florezcan con una nueva interpretación. Las tomo con la mirada y siento que su sustancia se vuelca hacia mi interior, hasta el manantial de sangre que las nutre y que las resguarda como si fueran parte de un libro inédito sin la posibilidad de enraizarse en los surcos fértiles del papel.

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