martes, 8 de enero de 2013

Trago de cobre

En esencia la vida es aceptar lo que se ha vivido desprendiéndose de la piel con que se ha sentido. Es la infinita renuncia. El trago de cobre que amargo baja por los recuerdos. Es aceptar. Despedirse. Dejar fluir en ligeros fragmentos lo que se atesoró con codicia. Es que ya no importe lo que antes valía. Es el cambio de brillos que van de lo luminoso a lo opaco y de lo poco claro a la sombra obscura. ¿Has sabido la alegría queda después de todo, cuando todo se va, cuando todo es desprendimiento y sólo queda lo que trasciende en el instante?  ¿Sabes de algo que valga más que la conciencia de justificarse existencialmente? En tragos de cobre me entero de lo que soy, de lo que he sido, de lo que seguiré siendo. 

domingo, 6 de enero de 2013

Perder el tiempo.

Entre las piernas tibias de un sueño me echo a imaginar devenires. Supongo actividades desbocadas simplemente con el pensamiento ordenado, bocanadas de mar mientras navego en las lágrimas que deja una corta alegría, atragantamientos a la hora de abrirle el paso a mis pasiones. Los devenires de la existencia se abren camino con la vocación del que camina. ¿Hacia donde has ido cuando estás quieto? ¿Hasta donde has llegado sentado en compañía del pensamiento o llevando a las palabras de muleta? Perder el tiempo pensando en lo que sucede dentro es tan valioso como perder el tiempo por perderlo. No hay garantía de que el tiempo sea provechoso más allá del instante en que se vive.  

sábado, 5 de enero de 2013

Distante la esperanza

Es llevarla en el bolsillo para ir de compras sin llevar dinero. Es la compañía del guardián que programa los edictos personales de la tarde. Es un soplo que alarga una mirada y una sonrisa. Me descubro llegando a tiempo a mis letras digitales. Hace tanto que dejé de decir mi nombre que ahora me sorprendo de escribirme desde temprano. Hace días y meses que con minúsculas escribí lo que llevo dentro. Hace horas y minutos que encontré, columpiándose entre recuerdos y esperanzas, una idea alternativa a lo que viene después de la muerte. Primero, hace mucho, cuando mis creencias sentían a Dios, pensaba en la inmortalidad del alma. Después, también hace mucho, me enteré (no porque me lo dijeran de golpe y sopetón) armando piezas de sentires y saberes, de análisis, suposiciones e intuiciones que la vida la otorga el organismo sin soplo de Dios y sin esperanza de trascender. Mis ilusiones se centraron en la salvación de la persona a través de tener conciencia de la trascendencia instantánea, del goce estético, de la alegría por vivir, de la impactante presencia del arte y la ciencia y de la justificación existencial en el perpetuo fluir de la vida. Y ahora, hace días, pensé en una opción donde después de la muerte no sobrevive ni el alma ni el cuerpo. ¿Has sentido distante la esperanza, cortos los pensamientos para alcanzar una idea, mínimos los recursos para suponer algo consistente.

viernes, 4 de enero de 2013

Más lejos no llegarás

El giro diario no se detiene. Va más allá de los sentidos, supera las emociones y se frena (sin detenerse totalmente) ante la persistencia de los pensamientos. Quien piensa decide recrearse a sí mismo y a su mundo improvisado. Quien tiene pensamientos sólo se deja llevar por un flujo magnético de imágenes desbocadas. Ingrato aquel que decide suprimirse a sí mismo no pensando los por qués de los filos de sus nombres. Sofisticado quien acude puntual a la misa donde se leen homilías personales y se pregonan las verdades y los vicios. Hoy soy un pedazo de tiempo en un jarrón de agua dulce. Soy la barca donde me atrevo a zarpar con luz de día. Soy también la esperanza en una flama de cerilla que arropo entre mis manos mientras enfrento la efervescencia de los vientos. Voy y vago en este giro que no se detiene. Pienso y soy nido de pensamientos. Ando en la calle entre tardes que sonríen con dientes de plomo mientras hacen buches de aguaceros. No dejo pasar mis pies en vano. Les pregunto por qué continúan si ya saben que el callejón no los dejará ir lejos. Me responden que así es el camino, que lo que vale es transitar y moverse porque los destinos son los medios para no llegar a ningún lado. ¿Has vivido con el pie puesto en marcha sabiendo que lo más lejos que llegarás no es más distante que el diámetro de tu cintura? ¿Has ido de la mano del tiempo susurrándole un escape, un pasadizo que conduzca al verdadero viaje, al movimiento inagotable que  te lleva a alguna parte mientras te grita "Más lejos no llegarás"?