miércoles, 8 de junio de 2011

Las brasas de la melancolía

Las destrezas emocionales que nacen de la melancolía hacen malabares con el pasado. No es posible alejarse de los mitos, cortar las amarras, abrir una brecha inventada hacia el futuro que no considere los pasos ya dados. Lo que fue se instala en los engranes del hoy, desarticula la habilidad del día para recibir el presente, supone certezas que ya fueron. ¿Has caído de tu glamour por un rato y has distinguido el humilde mecanismo de la soledad que fertiliza la vida con recuerdos? ¿Has retenido el tiempo suspirando el fermento de la tierra? ¿Has dedicado tu entusiasmo recreando escenarios que ya viviste? Es como quedarse encerrado entre ambientes que cambian y se transforman a capricho de los pensamientos. Es ir y vagar entre la tangibilidad inmaterial, es generar cinetismos desde un estacionamiento general del cuerpo, es vivir en una dimensión articulada por hilos manejados por uno mismo. La quietud, la soledad y la remembranza son hijas predilectas de su madre la melancolía. ¿Te has dejado abrazar por ellas, abrasar con ellas?