martes, 28 de julio de 2015

Los ojos de mi perra

Andar de ciegos, sin luz y sin imágenes. Andar con el bastón de tu hocico por delante tropezando contra el andar de los que no son ciegos como tú. Me dicen que te sacrifique porque sufres, porque no ves, porque te vuelves lenta y todo lo atiendes de oído y con el tacto. Yo te veo y te sé como alguien que está bien, me parece horrendo que me pidan te sacrifique. Pienso que lo hacen porque  se comparan con ellos mismos. La ceguera de un animal es diferente a la ceguera de una persona. La psicología entra en acción y hace débil al más fuerte y fortalece al más desvalido. Los ojos de mi perra ya no ven, pero su corazón es noble y sabe querer. Yo la acaricio y le hablo, y ella reacciona y me responde. Anda por el jardín y a tientas entierra huesos formulando un mapa mental que consulta a la hora de desenterrarlos. Se tira en el pasto y recibe el sol. La vida le entra por el olfato y ladra a lo que se mueve. Bienaventurada mi perra que no sabe que es ciega, que ignora la propia pena y que sólo se ocupa de estar bajo la tutela de su destino. Desdichados los que no saben ser como la vida los hace ser. Desdichados los que buscan y no encuentran, los que van y no llegan, los que corren sin llegar a la meta anhelada. Desdichados todos los que no saben ser lo que son. ¿Te has preguntado sobre el significado del tatuaje que anida en tus huesos? ¿Has sabido volar, correr, arrastrarte en el mismísimo momento en que has deseado hacerlo?