jueves, 7 de enero de 2016

El rostro con que me quieres


Me gusta el tiempo y las marcas que deja en el costado derecho de mi experiencia. Ser joven es pasajero y va de la mano del reloj que suelta sus granos de arena en la existencia. La libertad consiste en elegir dentro de lo posible. Lo demás radica en aceptar el filo de la guadaña blandiendo ingrato sobre el carnoso cuello de la vida. No puedo elegir ser joven porque la juventud es un estado físico fugitivo. Ahora estoy a tres esquinas de distancia de lo que fui. Ni tengo la piel lozana ni el cabello libre de canas, la pureza de alma de mi juventud se convirtió en una pureza disolvente y arraigada. Y a estas alturas, entendido queda para mí la languidez de la carne, la utopía de los fuertes huesos, la ceniza con saliva que es  sostén del alma. Y ni la extraño ni la deseo, porque como ya lo dije, sólo es posible elegir dentro de lo posible, y lo demás sólo son supersticiones ideológicas. Decir que se es joven por dentro es sólo un eufemismo consolador. Y el único consuelo que me gusta es el de tus muslos suaves. No busco lo que ya se fue, sino lo que permanece a mi lado. Porque hay promesas que llegan a cumplirse y mitos personales que no existen. Me propongo adelantar en tus besos, introducirme en tus pensamientos, ganarte para mí. Alegrar tu vida improvisando tu risa desde el rostro con que me quieres.