martes, 15 de mayo de 2012

Nuevamente nacen los hilos de los que colgaré un par de esperanzas. En la tierra de mi huerto hay semillas prometedoras.

lunes, 14 de mayo de 2012

Me gusta estar solo y me alejo de la gente. Me gustan las multitudes sin nombre, con pasado y con las incógnitas pendientes para alcanzarlos con mis suposiciones.

El signo y el desafío

Los inicios resurrectores son los que se pegan a mis huesos y forjan la carne nueva de la que nazco otra vez. Ir por las esquinas y entre ciudades me acerca a la efímera inteligencia motriz que conducen mi vida entre abismos y asideros. Soportar el recorrido del tiempo que deja huellas en las articulaciones de mis pensamientos y lacera orgullosamente los tendones de las manos con que escribo, dibujo y signo las señales que sé sobre una frente que distribuye recuerdos  obstinados. Soportar los saltos y las caídas del tiempo es una condición paciente de los que llegan a más allá de la mitad de la vida. De aquí en adelante sólo las resurrecciones permanecen como el bálsamo que entibia y rejuvenece lo anquilosado. De aquí en adelante sólo la sonrisa programada, el verso cálido, la certeza de la verdad individual serán los estandartes de nuevos desafíos. De aquí en adelante el porvenir como un presente encadenado a las propias proyecciones; a los miedos personales entercados en enraizar profundo; a los apetitos que ya marcaron su territorio, entre buitres, hienas y chacales; a las desventuras de convertirse en kamicaze. ¿Has sentido que bajo la piel renace el día, que entre sopores insoportables hay un latido que pide levantarse desde los sótanos e iniciar un ascenso hasta el encuentro con un cielo?