domingo, 29 de junio de 2014

Columpiado en el tiempo

Hay juramentos que se rompen y devocionarios que se olvidan. Hay noches saladas, rompimientos con el pasado y una serie de besos que no se dan. Suceden tragedias en medio de alegrías, desencantos a plena luz del sol, un resbalón cuando se ha dado un paso. Hay lluvia en las calles y en los bolsillos no caben sonrisas. La vida tiene un esqueleto con costillas rotas. La muerte es el don del olvido. Nada naufraga sin el atrevimiento. Nada se mueve sin un inicio. Aún la resurrección se da en situaciones de voluntad. Aún la esperanza es capaz de naufragar en medio del desierto. La noche es triste y avanza a rastras, como si fuera un paquidermo soñando. Mañana habrá verano seguramente, mañana será de día y veré mejor. Hoy estoy triste como si me hubiera olvidado de estar sonriente. Hoy sólo soy un barquero que no sabe remar.

De lo que nace

La lluvia implacable protegiendo la vida, el recuerdo germinado en un puñado de barro que arranco de un charco en la calle. Los días contados en mi historial y contados con mayor precisión en mi porvenir. ¿Has resuelto la incógnita de cuántas horas te esperan por delante antes de que dejes de habitar el organismo donde vives? ¿Has calculado los granos de arena que caerán antes de tu caída final? ¿Has prometido lo que comprarás con la moneda de cambio que es el tiempo? Seguiré encadenando mi libreta a mi voluntad y capricho y dibujaré y escribiré por simple ocio terapeútico, por simple fuga existencial. Daré cuerda a mi curiosidad visitando los lugares de la calle que frecuento con avidez prolongada.  Meteré las manos entre la chatarra buscando el pedazo de engrane viejo para inventar la escultura que me explique la fugacidad de la vida en contraste con la permanencia de las cosas, la colocaré en lo alto de mi casa, al lado de los árboles que he sembrado, como juguete de los gatos que alimento, entre las posesiones que heredaré al tiempo. Caminaré más por calles viejas. Veré con respeto la cara necia del destino  y saludaré los huesos rotos bajo el pellejo de la alegría. Me comeré helado de piñón cuando el asma se descuide en mis pulmones. Amaré la intensidad del amor. Dormiré menos para soñar más. Beberé en exceso, hasta embriagarme a diario, de las vivencias pasadas que me dan identidad. Alteraré mis vicios personales para adictarme más a ellos. Continuaré con mis necedades afirmando y negando las dos caras del destino. ¿Has procurado ser otro cuando un escalón roto en el camino ha iluminado en ti la idea de la fugacidad o de la fragilidad existencial?

martes, 24 de junio de 2014

Iluminados los que van entre sombras

La vida esta llena de bebederos y hay que saciar la sed en ellos. Hay que buscarlos con ansiedad porque somos eternos sedientos y eternos gambusinos de esperanzas. Enriquecidos los que pasan sed porque en el deseo de saciarla aún saben que están vivos y buscan con pasión. Afortunados los que desean desde la piel porque es señal de que dentro de los huesos aún laten ilusiones. Esplendorosos los que ríen cuando el viento pega con mala cara porque saben que izando una vela llegarán al puerto anhelado. Iluminados los que van entre sombras porque desde ahí la luz de la cerilla es más intensa que la luz del sol.