lunes, 31 de enero de 2011

Tropezones y caídas

Una sonrisa también tropieza. Lo hace cuando se topa con una boca adusta y fría, intransformable al bien, sin sentido de empatía. Caen los ángeles desde las ventanas. Son derribados confundidos con palomas. Las orquídeas se secan. Lo hacen después de lucir colores y formas. Las personas caen como derribadas por una mala jugada. Se tropiezan con los días difíciles, sucumben ante una palmada asesina. ¿Te ha tocado sentir una caída lejana, permanecer con las bruces en el polvo, morder un poco de tierra seca?

domingo, 30 de enero de 2011

Las cosas que pasan, pasan

Dicen que las cosas suceden por algo. Y lo dicen como esperanzados de una ley superior a la circunstancia y al azar. Lo dicen como perfectos conocedores de los mandamientos del universo. Pero por lo regular, la esperanza es la que habla suponiendo verdades. La gente quiere que las cosas que pasan devengan con una ganancia implícita. Casi que las circunstancias se rijan por las estrategias publicitarias: una sonrisa con el 25% gratis de alegría, descuentos en las tristezas, ilusiones al 2 por 1, pagos al destino en 36 mensualidades, exención del iva a todo tipo de descalabros y raspones. La verdad no deja de tener un rostro concreto, no hace devoluciones ni posee un buzón de quejas y sugerencias. Cuando las cosas suceden no suceden para acumular beneficios o para recibir gratificaciones. Cuando las cosas pasan es porque el complicado mecanismo del universo se mueve y actúa sobre las vidas de los hombres y sobre sus vastas relaciones entre ellos mismos. Cuando las cosas pasan no traen consigo los implícitos de bondad que la gente supone. Sólo cargan en ellas la posibilidad de ser transformadas por la actitud y la percepción de quien las vive. ¿Te has sentido agradecido por algún golpe bajo repartido por el puño de las circunstancias? ¿Aprendiste de él a levantarte después de abrevar en el fango, supiste enderezar tus rodillas para reanudar la marcha? Si piensas que las cosas suceden por algo bueno, entonces permite que la vida te rompa el pómulo derecho o fracture el mejor de tus anhelos. A fin de cuentas serás bonificado. Pero si piensas que sólo cuentas con tu propia decisión para convertir los descensos en subidas, la debilidad en fortaleza, los naufragios en descubrimientos, es bueno que vayas preparando los yesos, las pomadas, la preparación mental para el combate y una buena dosis de curitas.

sábado, 29 de enero de 2011

Después del domingo

Después del domingo es necesario adquirir un poco de deseo para encontrarle el gusto al lunes, el ajuste automático en la cadena laboral, la aceptación para repetir el libreto de la monotonía. Después de una desilusión hay que salir a la calle para sentir nuevamente el sol buscando su filtración hasta los huesos. Después de un desencanto hay que pensar en sirenas, en aventuras venideras, en las flores que aún deshojadas siguen vivas. Cuando finaliza el viaje hay que comprar una nueva barca y poner la bandera en alto para empezar a conquistar el viento. Al terminar el día hay que cerrar la persiana para que salga la noche bajo la almohada, para que los sueños giren hacia la dirección donde se sueña despierto. Siempre vendrán las cosas del después. Llegarán hasta uno sin avisar y sin permisos. Habrá listas pendientes de cosas fugaces, perpetuas o infinitas ¿Has sabido la longevidad de una desilusión, el tiempo de vida de una culpa, el último respiro de una esperanza rota? A fin de cuentas el después siempre es el inicio de algo venidero.

viernes, 28 de enero de 2011

El llanto de los adjetivos

La palabra con que se limpia el corazón debe ser dicha o escrita sin antifaces, con transparencia y sin ataduras. La palabra con que el alma se desprende de pertrechos y de sarros se dice o se escribe en un parto de metáforas y con un llanto de adjetivos. La palabra útil es la que amamanta verbos y pronombres personales, es la que sirve para gestar una frase tirada con aerosol en la barda del vecindario; es una prosa escrita de forma espontánea en las páginas solitarias de un diario personal; es una maldición o un verso que nace en la boca y se desliza por la fuerza de la voz. La palabra que sana, la que tiene efectos curativos en el organismo es la que muerde con certezas lo que hace daño desde el interior. Sabiendo esto, si haz de maldecir, maldice. Hazlo con escozores y con gritos, con desataduras y con cortes de verdugo. Si haz de romper con la voz o con la escritura, rompe. Rompe tus maldiciones, desgarra el mal que respira en tu interior en forma de resonancias de lepras y resentimientos. Usa la palabra para desparasitar tu corazón, para encalar sépticamente las paredes de tu alma. Apoca tus ruidos existenciales diciendo lo que eres, gritando en un abismo lo que te duele, llamando por su nombre a tus parvadas de buitres y demonios, escribiendo en un fanzine lo que tirarás lejos, nombrando simplemente las sanguijuelas en tu carne. ¿Has gozado de salud explotando el efecto terapéutico del llanto de los adjetivos?

jueves, 27 de enero de 2011

Las partes de mí que ya no llevo

¿Cuántas sonrisas vulnerables han resbalado de mi boca buscando la simpatía de la gente? ¿Cuántas de mis miradas se han enganchado en las desnudas caderas de una circunstancia, en un escote pasajero, en los profundos linderos de unos jeans? ¿Cuántos de mis besos han alimentado pasiones mutiladas por el tiempo? ¿En qué momento mil células cayeron de mi piel en una caricia? ¿Cuántas semillas derramadas que no germinaron, cuántas que cayeron en tierra mala, cuántas que fueron obligadas a morir? Las palabras que ya se fueron son también partes de mí que ya no llevo: lo que dije en una promesa, las advertencias al destino, los insultos con que lave mi rostro en las madrugadas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ruidos de fuego

Como alguien que huele, entretenido, margaritas en septiembre, estuve metiendo las narices en el pasado. Entré a sueños repetidos que tenían que ver con mis fulgores y con mis argumentos, y ahí cansé mis pasos y sacié mis añoranzas. Estuve contando el alfabeto de mis viajes, descuartizando mis escamas, solucionando mi andar de ciego. Lavé algunos recuerdos que sangraban a carcajadas, quemé las cartas escritas a la mujer de pómulos hundidos. Suspendí una deuda pendiente con una constelación de estrellas asfixiantes. Terminé cansado sintiendo lijas en la memoria de tantos recuerdos agitados. ¿Has caído en el Edén donde hay vidrios rotos que reflejan tus placeres? ¿Te has internado tanto entre la espesura de los sueños que has volado con sigilo al lado de mariposas blancas, escuchando sus aleteos de fuego?

martes, 25 de enero de 2011

Lo más tibio del pasado

En la memoria hay entrepaños de donde nunca sacudo el polvo acumulado. Ahí los recuerdos pierden colores, ganan gris y opacidad, y aunque se tornan lejanos evitan ponerle el antifaz a lo que fue. Las cosas que ya ocurrieron mantienen un ritmo obediente al guión primigenio escrito con tinta real. ¿Has resucitado recuerdos de la infancia viéndolos levantarse en tu memoria? Te has cautivado con la danza de las imágenes que se reactivan en un presente diluido? ¿Has prendido el televisor de la memoria distrayéndote con la programación de hace 30 años? ¿Cuando la realidad se repite insaciablemente sin nuevos ofrecimientos es preferible atentar contra el presente frecuentando lo más tibio del pasado?

lunes, 24 de enero de 2011

Mi corazón de noche

Mi corazón de noche es una daga aguda abriéndose paso entre recuerdos. Es una flor sin escamas, un tacto sin la epidermis con que sienten el suelo los elefantes, una vela sin sombras de ceniza. Es un camino de baldosas dirigiéndose a altamar. Sólo en las noches mi corazón cambia. Deja de bombear sangre y empieza a sugerir un ritmo nuevo de tics y de tacs que hacen fluir lo florecido y luminoso. Se convierte en una herramienta de vida haciendo surgir una versión distinta de imágenes que navegan sin restricciones en la densa corriente sanguínea. ¿Has sentido a tu corazón siendo un mecanismo que te da añoranzas tan profundas que te embriaga los sentidos con un licor de antaño?

domingo, 23 de enero de 2011

La esperanza es navegable


La esperanza que calienta mis huesos en las mañanas de mayo y que da confort a mi alma en la profundidad de la noche es navegable. Subo a ella un par de remos, mi bandera negra bordada con la palidez de unas tibias en cruz, el mapa que guarda las letras de mis nombres propios, la pócima de amor extraída del último orgasmo de la tarde y un rosario de recuerdos abnegados. Con voz de capitán dirijo mi esperanza. La preparo con destreza prohibiéndome pensar en regresiones. Marco la ruta mirando el horizonte, calibro los cuadrantes con que percibo al mundo, checo el pronóstico del cosmos y zarpo. Empiezo creyendo que la bondad crece pura como azalias silvestres; que entre el nacimiento y la muerte de cada persona existe un minuto de mar, una calma y una idea de lo que es la existencia; que si Dios existe es sólo como un ser incierto e incomprendido. ¿Has experimentado lo que es navegar en la esperanza, ampliando tu visión del mundo, suponiendo bondades y bienaventuranzas?

sábado, 22 de enero de 2011

Todo fluye

¿Te has cuestionado, por qué lo que se acumula termina diluyéndose? ¿Dónde está el tiempo que ha pasado, las cosas alegres de la vida, lo que se ha vivido durante tantos años? ¿Dónde han quedado los actos nuestros de cada día, los besos derramados, las insaciables caricias renacidas? ¿Será que las maletas donde el alma guarda los recuerdos tienen una grieta en las costuras? ¿Será que los bolsillos que tiene el corazón no sirven para almacenar más que sangre fresca, plaquetas y linfocitos? ¿Será que los enormes anaqueles, donde la mente ordena, graba y almacena desde el minúsculo detalle de un sueño hasta el último segundo que se vive, ha extraviado la combinación que abre las cerraduras eligiendo mejor donar todo al olvido? Somos perennes, poseemos el don de la vida breve, somos dueños de la dilución de las cosas. Nuestra naturaleza es volátil, esfumosa... diluyente. Y aunque aspiramos a la permanencia, a la acumulación de lo que somos, a la repetición de nosotros mismos, ¿podemos hacerlo, sabemos cómo?

viernes, 21 de enero de 2011

Las cosas que no cansan

Metidos en la mochila que el corazón lleva al hombro hay una colección corta de secretos que se amplía día con día. Hay retratos patinados que revelan una esquina de mi alma; el fragmento de una esperanza que me mantiene escribiendo, de vez en vez, en un cuaderno que calcinan mis palabras; la lágrima de sal que ya he llorado. También hay nuevas omisiones en los actos de la semana y arrepentimientos de corta duración, hay nuevas suposiciones sobre el destino que no llega y una vieja lista de cansancios que no cansan. A saber: no me cansan tus senos en mis besos, ni me cansa la curvatura de tu cuerpo anidada en el tacto de mis manos. No me cansa sentir que estoy cansado por andar recorriendo tus linderos. No me cansa escribir el nombre que más quiero empleando los números de mi abecedario, ni me cansa ofrecer la misma pose en las fotos que ilustran lo que escribo, con los mismos versos, con los mismos adjetivos. Y aunque cansado siempre quedo, no me cansa estar cansado. ¿Alguna vez te ha cansado amar lo que dices que amas, besar el chasquido que dejan al volar los besos, lamer el hueso de donde te alimentas?

jueves, 20 de enero de 2011

De arena y sal


Las lunas que han mirado el recorrido de lo que he hecho sobre la piel de la tierra tal vez no digan nada, tal vez no sientan nada, tal vez no supongan nada. ¿Pero cuántas han sido? ¿Cuántas lunas llenas han iluminado mis pasos entre obscuridades y sombras? Las lunas son sólo ojos de cíclope mirando con dulzura los devenires humanos. ¿Cuántas veces más girarán sobre la tierra antes de terminar mis propios ciclos? ¿Cuántas veces más menguarán para volver a resurgir poderosas como una tortilla de arena y sal? No hay duda, sin vida y sin pulsaciones la luna vivirá más que yo. ¿Has calculado el número de lunas llenas que bailarán en el espacio mientras la cuerda del mecanismo de tu vida siga activa?

miércoles, 19 de enero de 2011

Bajo el polvo de mi cama

En la vida he cosechado ganancias que guardo en una caja de zapatos, bajo el polvo de mi cama, junto al rincón dónde los sueños viven en humedad: la sonrisa de un desprotegido, el hueso frío de mis muertos, la desventura de mis primeras suposiciones sobre la existencia, un gramo de mi alma al escapar de lo que soy, dos caídas de cuando estaba convencido de que era capaz de volar, 14 días de permiso agregados al calendario de la risa. A mi vida le he colgado, con alfileres y seguros, varias postales inolvidables de los lugares donde he amanecido, encantos prematuros de mujeres que van de paso permaneciendo para siempre en mi camino, un instructivo preciso del uso de mis antifaces. ¿Has experimentado un par de verdades que duelen, que acosan, que te parasitan, pero que al mismo tiempo son como fieles perros de caza, carroñeros que miran a distancia por ti, las fauces de hienas con los que gobiernas un territorio conocido? ¿Has tratado de tirar esas verdades que son las posesiones que más te atan a este mundo sin conseguirlo, o has abundado en ellas encontrando un sentido a lo que eres? En la caja de zapatos, bajo el polvo de mi cama, guardo las verdades más cercanas a mi corazón. ¿O habrá otro rincón para resguardarlas del olvido?

martes, 18 de enero de 2011

La materia suave

El amor ha sabido ser imperativo de la materia viva, ha conseguido instaurar los ritmos con que brillan las estrellas, ha inventado un mejor calibre del caparazón donde se guarecen los desconsolados. El amor suministra necesidades interminables elaborando laberintos que en forma de espirales no dejan de girar. Inventando el silencio compartido ha roto la palabra que no se escribe, que no se escucha y que no se canta. Ha fabricado la refacción del engrane desdentado. Desde el amor siempre hay la oportunidad de ser querido, y siempre la posibilidad de querer de paso. Se puede amar lo que se hace, lo que se es y a otros. El amor alcanza hasta con los bolsillos rotos, lo beben los desencantados y alimenta y da brillo a la sombra más opaca del corazón. ¿Te has atrevido a hundir la dentadura en la materia suave de las ilusiones?

lunes, 17 de enero de 2011

Los atajos al destino


Los atajos que le inventas al destino son sólo caminos donde se hunden menos tus pasos. Hay más verdades en la superficie de un vaso de agua que en toda la densidad oceánica donde te ahogas. Vivir tiene sus complicaciones y sus compromisos. La identidad de Dios es tan secreta como su autenticidad. Pocos prueban lo que creen sobre la hoja filosa de un machete por miedo a que las creencias se partan de tajo. Los incrédulos prefieren suponer que la filosofía y la letra que sale a flote sobre la piel de un cuaderno puede ser peligrosa por decir cosas insensatas. No hay respuestas para aquel que vive sin preguntas. ¿Y tú, hasta hoy has hecho las apropiadas, obteniendo saberes que te permiten, astrolabio en mano, el trazo de un esbozo del futuro?

domingo, 16 de enero de 2011

Rastrillando el contrato

¿Dije alguna vez que la vida viene con contrato de compra-venta, sin garantía de perpetuidad, con una enorme gama de condiciones explicitadas con letra diminuta, dije que es mejor no enterarse de las clausulas y de las precauciones de uso para no sufrir la más pura decepción al sentirse engañado, impotente, abandonado? ¿Ya dije que paso los ratos de los domingos sin leer el periódico porque prefiero rastrillar las letras que pienso arrastrándolas de mi cabeza hasta la mano con que escribo? ¿Ya dije que elijo ser el mayor ignorante del mundo antes de doblar mi alma tragándome las píldoras de mentiras que vomita el televisor, dije que me dedico a no estar bien informado de la actualidad miserable que refleja una asnalidad política, que prefiero leer el pasado imaginario del hombre dentro de libros que hablan de sí mismo? ¿Y tú, has dicho algo tan ilegible como un grito percatándote que nadie se da por enterado? ¿Has hablado con silencios? ¿Te has bajado de la palabra cuando ves que ésta te conduce a ninguna parte? ¿Y te has subido a ella conduciéndola tan lejos como has querido?

sábado, 15 de enero de 2011

Avanzar con frenos

La edad de los maestros de la vida es un síntoma de la acumulación de sarros que deja la repetición de las verdades y las cenizas desprendidas al quemar los miedos. Son las rugosas capas de piel que se elevan como sistemas montañosos al ampliar una sonrisa en la cosecha diaria del tiempo. Son los años amontonados en una pila elevada de ladrillos que cada vez se estructuran en una mejor vertical. Para los que tienen el oficio de la vida, la edad es una copa de potros que galopan libres sobre las estepas del presente, es el saberse perseguidos por depredadores voraces que desean acortar el porvenir. ¿Has apetecido levantar el vaso para brindar por los vulnerables al tiempo, por todos aquellos que han de morir algún día pero que aún quieren seguir pisando tierra, volando bajo las medias de las nubes, sumergidos en espumas marinas danzando con sirenas? ¿Te ha mortificado algún día el saber que se vive mucho a baja intensidad, que se desperdicia la materia viva queriendo avanzar con frenos? Los motivos del contrato que, con letras diminutas explican: "Vívase hasta las últimas consecuencias", ya no tienen credibilidad. Ahora sólo se busca llegar a viejo, improvisar una juventud sostenida en la compra metódica de promesas mercadotécnicas, rezar a diario un slogan nuevo en las sociedades del consumo donde las prohibiciones del alma son muchas porque a cambio es posible adquirir con tarjeta plástica cremitas y artificios que fabrican los hechiceros de la publicidad. Hoy quiero escarificar irremediablemente la piel que por dentro lleva el corazón cultivando azucenas en el jardín de los cardos, meter peces tropicales donde antes había carniceros, coleccionar instantáneas de días que marcan la existencia con supuestos confiables.

viernes, 14 de enero de 2011

No deseo lo que no soy

Empiezo a creer que admiro sólo lo que nunca he sido y que deseo ser lo que nunca seré. Mi hambre es de imposibles. Lo que está a mi alcance de lo que no soy no me interesa. La gente más cercana a lo que me atrae la he encontrado en la literatura al leer un poema o un trozo de frase seductora. Mis carencias me alcanzan para estar satisfecho con la camisa que llevo puesta; con la moneda opaca con que brilla mi riqueza; con los huesos que me cargan caminando entre barbechos; con mis ojos necios que se levantan a las cúpulas de las catedrales, ojos que desean siempre lo que va de paso sabiendo la imposibilidad de asirlo; con mis ganas alquimistas de encontrarle a la palabra la fórmula para explicar tan sólo la turgencia de la belleza. ¿Has deseado dejar de ser lo que eres para sustituirlo por lo que son los demás?