miércoles, 19 de enero de 2011

Bajo el polvo de mi cama

En la vida he cosechado ganancias que guardo en una caja de zapatos, bajo el polvo de mi cama, junto al rincón dónde los sueños viven en humedad: la sonrisa de un desprotegido, el hueso frío de mis muertos, la desventura de mis primeras suposiciones sobre la existencia, un gramo de mi alma al escapar de lo que soy, dos caídas de cuando estaba convencido de que era capaz de volar, 14 días de permiso agregados al calendario de la risa. A mi vida le he colgado, con alfileres y seguros, varias postales inolvidables de los lugares donde he amanecido, encantos prematuros de mujeres que van de paso permaneciendo para siempre en mi camino, un instructivo preciso del uso de mis antifaces. ¿Has experimentado un par de verdades que duelen, que acosan, que te parasitan, pero que al mismo tiempo son como fieles perros de caza, carroñeros que miran a distancia por ti, las fauces de hienas con los que gobiernas un territorio conocido? ¿Has tratado de tirar esas verdades que son las posesiones que más te atan a este mundo sin conseguirlo, o has abundado en ellas encontrando un sentido a lo que eres? En la caja de zapatos, bajo el polvo de mi cama, guardo las verdades más cercanas a mi corazón. ¿O habrá otro rincón para resguardarlas del olvido?

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