domingo, 16 de enero de 2011

Rastrillando el contrato

¿Dije alguna vez que la vida viene con contrato de compra-venta, sin garantía de perpetuidad, con una enorme gama de condiciones explicitadas con letra diminuta, dije que es mejor no enterarse de las clausulas y de las precauciones de uso para no sufrir la más pura decepción al sentirse engañado, impotente, abandonado? ¿Ya dije que paso los ratos de los domingos sin leer el periódico porque prefiero rastrillar las letras que pienso arrastrándolas de mi cabeza hasta la mano con que escribo? ¿Ya dije que elijo ser el mayor ignorante del mundo antes de doblar mi alma tragándome las píldoras de mentiras que vomita el televisor, dije que me dedico a no estar bien informado de la actualidad miserable que refleja una asnalidad política, que prefiero leer el pasado imaginario del hombre dentro de libros que hablan de sí mismo? ¿Y tú, has dicho algo tan ilegible como un grito percatándote que nadie se da por enterado? ¿Has hablado con silencios? ¿Te has bajado de la palabra cuando ves que ésta te conduce a ninguna parte? ¿Y te has subido a ella conduciéndola tan lejos como has querido?

No hay comentarios:

Publicar un comentario