sábado, 29 de enero de 2011

Después del domingo

Después del domingo es necesario adquirir un poco de deseo para encontrarle el gusto al lunes, el ajuste automático en la cadena laboral, la aceptación para repetir el libreto de la monotonía. Después de una desilusión hay que salir a la calle para sentir nuevamente el sol buscando su filtración hasta los huesos. Después de un desencanto hay que pensar en sirenas, en aventuras venideras, en las flores que aún deshojadas siguen vivas. Cuando finaliza el viaje hay que comprar una nueva barca y poner la bandera en alto para empezar a conquistar el viento. Al terminar el día hay que cerrar la persiana para que salga la noche bajo la almohada, para que los sueños giren hacia la dirección donde se sueña despierto. Siempre vendrán las cosas del después. Llegarán hasta uno sin avisar y sin permisos. Habrá listas pendientes de cosas fugaces, perpetuas o infinitas ¿Has sabido la longevidad de una desilusión, el tiempo de vida de una culpa, el último respiro de una esperanza rota? A fin de cuentas el después siempre es el inicio de algo venidero.

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