miércoles, 14 de diciembre de 2011

Rescatándome

Estar con gente durante todo el día me convierte en un cautivo de los demás. Me pierdo a mí mismo estando sembrado entre multitudes conocidas. Me rescato nuevamente navegando entre multitudes desconocidas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Como un zumbido

Mi cabeza tiene un engrane roto porque dentro de ella se escuchan resortes que rugen oxidados. Tiene un almacén de cabos sueltos y jaulas donde trato de domesticar decisiones erradas. También tiene pequeñas lagunas donde crecen enormes vanidades; hay fauna y flora de los miedos que iluminan lo que viene; hay narcisos y margaritas imaginando olores que se fueron, una ventana con cristales estrellados, y un jardín que resguarda el diario que no he leído. Tiene un retrato de lo que fui y un espejo donde cada vez que me asomo me reflejo a mi mismo sin reconocerme. Mi cabeza guarda lo marchito de la tarde, las alegrías pepenadas en domingos, un consejo sin vivir y una enorme galería llena de postales que narran de a poco a poco lo que me ha dejado ser la vida. ¿Has permitido que tus ojos salgan de ti como un zumbido y se introduzcan en lo que llevas dentro para mirar de cerca lo que has sido?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Salud a tus secretos

¿Has guardado secretos en el armario? ¿Los has metido debajo de las piedras que no traicionan? ¿Los has encadenado bajo la llave de la promesa? Las voces de los secretos no son mudas, saben manejar la palabra y soltarla en algún momento inesperado. Los secretos se guardan por algún tiempo, luego se publican de forma retroactiva. El hoy es próspero para almacenar secretos. El mañana es la insidiosa bruja que los revelará. Cultiva secretos pensando que sólo te pertenecerán a ti. Riégalos con la mudez de los analfabetas, sepúltalos en las planchas frías donde reposan los muertos, acomódalos en las gavetas donde el polvo crece con prosperidad. Luego sácalos de su escondite y ponlos a la vista de todos. De esta manera a nadie les interesará buscarlos, encontrarlos y revelarlos. Un secreto vale sólo por su condición de desconocido, por su naturaleza prohibida, porque sólo posee un dueño. Pero una vez que se hace público a nadie le interesa. Una vez que todos lo saben es imposible mantenerlo valioso y seductor. Cultiva tus secretos y mantenlos apartados del rancio saber de todos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Moldeando el barro

La memoria edita recuerdos inventándolos nuevamente y los publica como si fueran sucesos verdaderos. Los recuerdos son parásitos de goma que cuando caen de sus muletas adquieren una línea nueva en su materia.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Conteos

Cuento los versos negros hechos en marea baja, la sonrisa hacia abajo derramada hace dos lutos, un centenar de sueños nacidos en las alas de mis ilusiones, tres deudas pendientes con el amor, el abandono de la aventura cuando se volvía peligrosa. Cuento lo que está por venir y lo que ya nació. Cuento por decenas los besos olvidados, los números telefónicos del desamor, la necesidad que tengo de contar todo. Cuando salgo a la calle cuento el vaivén de las caderas de las mujeres que pasan, y cuento los ojos que no me miran, los pequeños olvidos de mi memoria, la sarna que me queda después de bañarme con la agriedad del mundo. ¿Has estado en el diván explicando con premura que la vida te ha colgado una sepultura, una mueca fallida, el telón que no ha caído?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Desandar los pasos

Los caminos abren sus piernas de forma inesperada. ¿Hacía dónde dirigirse cuando ya se ha avanzado tanto? ¿Te has decidido a desandar lo ya andado, a dar vuelta a la derecha cuando siempre has perseguido algo diferente, a dirigirte por lo más sinuoso o estrecho? Caminar es lo importante. Dirigirse a algún sitio suponiendo llegar a la mejor posada, o al más cálido destino. Aquí lo vital es continuar la avanzada. Ir a la vanguardia de los propios pasos. No dejar de mirar el horizonte aunque se vea lejos. Lo trascendente es no detener la marcha. Es siempre tener un mapa para seleccionar un nuevo destino.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Consolaciones

Me consuelo a mí mismo sintiendo que el camino andado es la ganancia del día, que atesorar la inmaterialidad de las postales es una riqueza personal, que inventar lo que me hace falta sólo ocurre cuando hago un recuento de lo que tengo. Y tengo lo que me hace falta, lo que llevo dentro sin que esté presente, lo que cargo a diario a donde quiera que voy. Me consuelo con certezas y con dudas, con suposiciones verticales que me conducen, por una intrincada escalinata, desde el fondo de mis sótanos hasta el mirador donde veo las estrellas. Mi consuelo es saber verdaderos los bebederos del amor, es entender la fragilidad con que mi mano escribe, es el golpe con que azoto la gosua contra un muro callejero, es la palabra escrita que encuentro al caer la tarde en mis cuadernos, es la soledad con que muerdo la arrogante sonrisa que encuentro en mi reflejo. Mi consuelo es la lluvia que llega a tiempo mojando la cúpula de las ciudades, es la nostalgia que da calcio a mis huesos, es la espesura del laberinto en que me meto a buscarme a mí mismo. ¿Has caído satisfecho en los pechos del consuelo?

viernes, 2 de diciembre de 2011

La hora de inventar promesas

Saltar de una esperanza a otra va creando una sensación de sanidad. Hoy veo el calendario y escojo una fecha relacionada con lo que vendrá. Espero los días con ansiedad socorrida y me alegro de que el tiempo apure su paso susurrante. Luego el día marcado toca el timbre en el santoral y la sonrisa amplía su territorio en mi rostro. Con necesidad mi dedo busca señalar una nueva fecha relacionada con un nuevo evento. El ciclo se inicia y finaliza cumplidas las expectativas. Un nuevo proyecto fechado ha de nacer después. Y vendrá otro y otro y otro. Y así sucesivamente me colgaré de la esperanza siendo aquel que siempre va al encuentro del porvenir anhelando la llegada del día esperado. ¿Te has instalado en el mecanismo de las esperas, casi como cuando, formado en la fila del consultorio, alimentas la esperanza de que los pacientes antes de ti, uno a uno, así como los días, uno a uno, vayan sucediéndose hasta alcanzar tu turno? ¿Te has levantado a diario sabiendo que esperas con certeza algo que, con certeza absoluta, llegará pronto? Bajo la piel de mis huesos siempre sostengo la esperanza que lo que busco viene en camino y que sólo es cuestión de esperar con las ansias sobre el pellejo. Y así espero la llegada del destino anunciando que saldremos a las calles, la fecha con que empezaré un proyecto personal que me lleve lejos brincoteando entre pastizales, la cita con el desconocido sabio que resulto ser a la hora de inventar promesas, el encuentro con la parte plana del espejo que me refleja lo que soy al escribir.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Las sirenas de la calle

Hay banquetas de concreto que son islas donde bailan las sirenas. Tocan las campanas en la barda de al lado, la lluvia gime una oración dolorosa. La tarde es un tiradero de nostalgias con membrete. Produce en la memoria la añoranza del pasado. Cultiva calmas y una tendencia a analizarlo todo. ¿Has estado quieto en algún rincón de la casa, mientras el gris de las seis de la tarde atraviesa la cristalería de una ventana por donde también se filtran los recuerdos de una jornada? ¿Has estado quieto preguntándote sobre el esmalte patinado, sobre el oxido precoz, sobre el sarro inmaculado que emergen de las baldosas de la memoria? ¿Has quedado quieto, como desfasado del correr nato del tiempo, comprendiendo la verdadera sustancia de las cosas vanas? Las sirenas de la calle cantan, y su canto me llega en forma de voces distantes que provocan que recuerde detalladamente lo que nunca sucedió.