viernes, 4 de enero de 2013

Más lejos no llegarás

El giro diario no se detiene. Va más allá de los sentidos, supera las emociones y se frena (sin detenerse totalmente) ante la persistencia de los pensamientos. Quien piensa decide recrearse a sí mismo y a su mundo improvisado. Quien tiene pensamientos sólo se deja llevar por un flujo magnético de imágenes desbocadas. Ingrato aquel que decide suprimirse a sí mismo no pensando los por qués de los filos de sus nombres. Sofisticado quien acude puntual a la misa donde se leen homilías personales y se pregonan las verdades y los vicios. Hoy soy un pedazo de tiempo en un jarrón de agua dulce. Soy la barca donde me atrevo a zarpar con luz de día. Soy también la esperanza en una flama de cerilla que arropo entre mis manos mientras enfrento la efervescencia de los vientos. Voy y vago en este giro que no se detiene. Pienso y soy nido de pensamientos. Ando en la calle entre tardes que sonríen con dientes de plomo mientras hacen buches de aguaceros. No dejo pasar mis pies en vano. Les pregunto por qué continúan si ya saben que el callejón no los dejará ir lejos. Me responden que así es el camino, que lo que vale es transitar y moverse porque los destinos son los medios para no llegar a ningún lado. ¿Has vivido con el pie puesto en marcha sabiendo que lo más lejos que llegarás no es más distante que el diámetro de tu cintura? ¿Has ido de la mano del tiempo susurrándole un escape, un pasadizo que conduzca al verdadero viaje, al movimiento inagotable que  te lleva a alguna parte mientras te grita "Más lejos no llegarás"?   

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