lunes, 13 de julio de 2009

Los ojos de mi perra

El tren eleva un grado la temperatura de las vías por donde pasa dejando postradas las ilusiones que no lo abordan. Actualmente vivo más satisfecho que feliz. ¿Dónde queda la piel de lobo que puedo ponerme para dejar de ser cordero? La lluvia de primavera hace nacer nostalgias otoñales y veranos en despedida. Una carreta de flores será sembrada a los pies de mi tumba en algún cementerio municipal. Los rizos de una mirada se olvidan cuando no son sinceros. La fidelidad de un perro y las carnes y los huesos del pasado son iguales a un racimo de bendiciones. ¿Qué más puedo agradecer si sigo aquí? Juego trinquete, compro promesas a hechiceras del destino, colecciono libros que no he escrito y tiempos viejos que se han quedado en un estacionamiento subterráneo, bebo de la poesía que se les cae del bolso a los desamparados, me sacio en la carne de las semanas que se almacenan en mis recuerdos, amo y odio lo que poseo, me lleno con lo que me hace falta, ofreciéndoles mis ojos crío a tres cuervos que alimento con consejos, fábulas y mentiras piadosas, maldigo entre dientes a mis verdugos y bendigo en silencio y entre escritos a quien amo.

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