viernes, 17 de julio de 2009

El amor no mata

De las 14 muertes (simbólicas) que he sufrido en vida, ninguna ha sido por la mano del amor. He muerto de pena, de olvido, de desgana y de impericia, pero nunca de amor. Y todo porque el amor no mata, y no mata porque no es esclavo de la muerte. No mata porque no tiene el don de la agonía, porque carece de la guadaña del verdugo, porque su sangre es movimiento y fragancia de bugambilias y porque robustece la languidez y da sentido a los devotos que piden que en su mano germine el seno apetecido. El que diga que ha muerto de amor es un falsario. Nunca ha amado el que grite y se queje de que el amor tiene espinas que llagan la piel de los besos que no se dan; ataduras que condenan a un destino sin libertad, que esclavizan y que suministran un dolor inagotable aplicando sofisticados manuales de tortura. El amor es un adicto de la vida pidiendo sobredosis de orgasmos y poesía, constructor de vuelos transparentes, hacedor de diseños, inventor de pureza y armonía. ¿Dices que mueres de amor porque a quien amas no te ama? ¿Dices que el amor te ha matado de sed tres veces? Muérdete la lengua y prueba la densidad de tu sangre para comprobar que los bebederos del amor son para todos. Bebe en ellos y sigue tu camino. Mete en tu corazón la huella más pura de la vivencia y echa a andar sin aferrarte a unos muslos conocidos. La vida tiene abundancias y vastedades. Y si un capricho es motivo de congojas y de maldiciones, córtalo con el tajo fino… de tu olvido. Los que saben del amor no van de luto ni lloran sus desgracias. No rumian la caída ni mordisquean sus propias heridas. Los que saben del amor portan la sonrisa que queda después de beber del manantial del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario