miércoles, 15 de julio de 2009

Lo que quiero...


Hay ratos en que me pongo a pensar con calma sobre la inmediatez del tiempo y de la vida. Abro una biblia donde mantengo una estampa de oro de lo que no creo y descorcho un par de botellas de silencio para brindar con mi cinismo adulterado. Después de beberme un trío de copas me doy por sabido un par de cosas: que soy un descreído de las verdades aceptadas porque descomulgo con los bienes celestiales y desacato los mandamientos ajenos que me imponen; que voy por la acera de la vida como un pedazo de verso raquítico y profano. Valgo los pocos centavos que no tengo, me faltan sueños en la mano, abundo en las mismas partituras y como tacos en el puesto de la esquina.


¿Qué más puedo pedir,
lo vuelvo a decir?
¿Acaso una estrella por un rato,
otra suela en mi zapato?
¿Tal vez un episodio de ternura,
o una evadible sepultura?
¿Quiero acaso nuevos retos,
mis bolsillos más repletos
de monedas de vil oro,
sin pudor y sin decoro?
¿Quiero, tal vez, el glamour que deja el lujo,
ser un líder de manadas
dar un buen par de nalgadas,
del amor un nuevo embrujo?
Y en verdad todo eso quiero,
pero no por ello muero.
Me contento con un vaso
de frescura en mi bebida,
con un beso y un abrazo
en las piernas de la vida.

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