viernes, 24 de julio de 2009

Escrituras con borrones

En el corazón llevo, arraigados con la fuerza de la sangre, una tercia de retoños que me llenan con dulzuras y con botones de esperanzas y de anhelos. Son mis carnes alargadas hacia el mundo, extensiones biológicas de mis genes que se vuelven autónomas de mis caprichos y necedades, seres independientes nacidos del aporte de mi semilla primigenia pero libres de mis ataduras. Mis hijos son mi escritura genética, y al mismo tiempo son su propia forma de escribir: con borrones y letras temblorosas, con palabras mal acentuadas, carentes de punto y coma, pero abundantes en neologismos, adjetivos, verbos, sustantivos y puntos suspensivos. Mis hijos son tres textos que se escriben. Sus ritmos y estilos están en ellos como lo está el descubrimiento en la aventura o el andar en el camino. Sus ideas y los devocionarios que construyan son parte del autobús de vida al que, en la esquina donde vivan, le hagan la parada para el inicio de su viaje. El boleto que compren será con destino a sus aspiraciones. Llegaran exactamente al sitio de sus metas o quedaran tan lejos de lo que desean. Todo dependerá de los motivos que los muevan y de la fe que en ellos tengan. Todo será cuestión de lo que sean capaces de creer.

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