martes, 28 de julio de 2009

Cazador de imágenes

Me dedico a la caza de bestias subjetivas y a veces me pongo a pensar sobre las cosas que obtengo cuando salgo de cacería. Soy un cazador de imágenes, de historias e invenciones y de sentimientos puros anegados de contradicción y misterio. Salgo a la calle y al abrir los ojos es como si colocara redes en las esquinas. En ellas caen impresiones visuales que olvido o borro de la memoria inmediata, pero que resurgen en mi cabeza cada vez que el clima interno lo sugiere. También caen imágenes que nunca olvido, que me obsesionan y llenan mi avaricia y mi ansiedad de poseer ausencias. Capturo pedazos de conversaciones de personas desconocidas que me persiguen después con sus historias como si fueran parte de una bitácora perdida en mi desmemoria que recupero una y otra vez de forma irremediable. Preso fragmentos de ruidos en la noche, de chasquidos de besos, de gritos que corren en catacumbas, de lamentos de gente que ha muerto repetidas veces en vida y que simpáticamente van y vienen en el flujo de pasos que se pierden y recuperan de forma insistente y sin descanso. Mis ojos son redes de pesca donde tiburones y aves marinas caen por igual. Difícilmente dejo libre a mis presas. Antes de que se diluyan les arranco un trozo de esencia que posteriormente me asigno como trofeo. Y luego, en esas noches en que todo desciende como cosecha de la eterna espiral, me dedico a desmenuzar las ganancias de mi hábito cazador.

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