jueves, 9 de julio de 2009

Escribiendo

Es importante saber conducir los pensamientos en los que viajo, imaginar los recovecos en los que me oculto, cincelar y definir la nitidez de los recuerdos que frecuento. Es necesario santiguarme a diario con mis credos personales; rezar las oraciones escritas en mis convicciones; confesar conmigo mismo los aniquilamientos y vicisitudes que me han fortalecido; comulgar con mis olvidos mis más severos odios y remilgos. A través de la escritura busco quitarme la aureola de virtudes que ronda mi cabeza; busco mostrar un poco el lodo que llevo entre las manos por jugar con pensamientos obsesivos, con emociones desengranadas, con deudas antiguas que no he saldado. Con la escritura quiero encontrarme reflejado en los espejos que aún son cristales planos sin azogue, pretendo descubrir mis bondades verdaderas y suprimir los falsos compromisos. Escribiendo cartas a mí mismo quiero que mis pretensiones sean inmensas y del tamaño suficiente para cargarlas en el alma cada vez que ande vivo. ¿Has sabido dejar en un papel un pedazo de tu piel? ¿Has enterado al mundo, sin que a éste le importe nada, de tus decálogos existenciales, de tus postulados estéticos y de una sarta de sandeces panfletarias de lo que es tu vida y del modo necio en que la utilizas?

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