domingo, 18 de julio de 2010

¿Ya lo dije?


Cazo con la mirada, mis ojos son la herramienta. Cazar es un gusto, ¿ya lo dije? Observo personas. Registro sus rasgos, imagino lo que hacen, alcanzo a ver algún resquicio de lo que son. Salgo a los parques y voy a los centros comerciales a mirar personas. Parecen actores consumados, protagonistas de lo ordinario, ganadoras de los mejores papeles y engalardonadas con premios y reconocimientos. Las veo en las salas del cine viendo la película mientras comen palomitas. Las veo en los hospitales atendiendo a sus enfermos, llorando a sus desahuciados, comprando promesas y esperanzas en las farmacias. En los museos las veo acumulando saberes; en la feria, ostentando sonrisas, derramando adrenalina, viviendo a tope. Todo el tiempo tengo abierta la mirada buscando llenarme la curiosidad con lo que veo. Gente en los restaurantes, en los templos, en las plazas públicas municipales. Multitudes que llenan y vacían lugares, que aclaman un gol en el estadio o que rompen a gritos desgarrados sepultando a sus muertos en el cementerio. Es la masa compuesta de individuos. Cada uno con algo personal, con una marca propia en algún lugar de lo que es. Notarlo es lo que yo hago. Y a esto le llamo cacería. A cada quien le encuentro algo diferente: un destello de abandono, una mirada que busca hacia el exterior, un gramo de invención, la marca de la locura, 3 verdades ocultas, una sonrisa incompleta por un crimen perfecto, fastidio y tedio, media convicción próspera al suicidio. Soy un cazador, ¿ya lo dije? Mis ojos son la herramienta con que leo literatura, mis escritos y a la gente que me encuentro en las banquetas, manejando sus vehículos, comprando en los mercados tres cuartos de carne y unas rosas, buscando salvaciones en el puesto de las chácharas, siendo simplemente lo que son. ¿Y tú, te has sentido presa de alguna mirada?

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