miércoles, 14 de julio de 2010

Condiciones de uso

Llegué a la vida sin ventaja ni premeditación. Llegué sin saberes, con dones y heredero de condenas: la de la breve vida, con un número contado de arenas en el reloj; la del sin sentido existencial, con la necesidad de inventar un mapa para desenterrar un tesoro escondido por uno mismo; y la de la condición trágica, con un fin irreversible firmado y sellado en un contrato de uso. Las condiciones de la vida son generales y evidentes, las repito: uno, tarde o temprano (la duración de tu vida); dos, busca y encontrarás (una dirección, una meta o un sentido); tres, nadie sale vivo de aquí (todos finiquitan). Tres condiciones que se cumplen con precisión a lo largo de tu vida. ¿Te has sentido defraudado como una lata de sardinas arrojada al basurero? ¿Sin sentido como una piedra ahogada en el océano? Sin embargo, está en uno rescatarse de lo perdido. La condición del contrato más importante es la de la búsqueda. Todos los hombres son buscadores de algo. Buscan amor, saberes, ciencias, religiones, artes, placeres, dinero. Y todos encuentran. Y aún para aquel que no sabe lo qué busca existe un viento favorable y un encuentro. Hoy es día de volar, de correr, de salir de un puerto y aspirar hacia regiones donde la búsqueda promete hallazgos nuevos y definitorios. No te olvides, pues, de meter la justificación existencial en el pasaporte.

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