jueves, 15 de julio de 2010

La palabra que se escribe

La palabra que se escribe bufa y escupe como una llama sobre la pálida cara del papel. Se inventa a sí misma con muchas bocas, con muchos gritos y con canciones que cuentan los orígenes de la palabra. Se asoma por las ventanas para cazar con los ojos. Anda sin dolores sacando ventaja de sus movimientos. Come a dentelladas, bebe sin desgana, va como un toro de lidia sin banderillas en el lomo después de haber matado al "matador". La palabra que se escribe es curativa: mejor que las pastillas de colores recetadas cada dos horas, mejor que las citas en el consultorio del dietista, mejor que los programas de televisión anunciando el catálogo completo de pomadas tecnológicas. La palabra que se escribe vacía el interior de quien busca un desahogo, es como la confianza que se tiene en el oído sensible del confesor, del terapeuta que no da consejos y que permite la libre expresión del paciente. Si quieres curarte de la derrota, de la frustración que dejan las semanas, del estrés emergido de tu corazón, recurre a una hoja de papel y arroja en ella tus más puras agresiones, tus tristezas, el cáncer de riñas acumulada, la carroñería completa donde se muestran abiertos en canal los cadáveres frescos de tus odios. ¿Has querido hablar contigo mismo usando el lenguaje de las lágrimas? ¿Has confesado la incomodidad que muerde desde dentro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario