sábado, 10 de julio de 2010

Caprichos


¿En algún sitio de la vida has querido complacerte realizando tus caprichos? ¿Has querido concederte el suave aroma que produce estar libre de culpa y con la libertad en las manos, andar desnudo estando solo en casa, pisar los charcos en las calles al prender su luz los faroles, cosechar una sonrisa desconocida de una mujer fugaz recordándola por horas, iniciar un ciclo nuevo con las arrarras sueltas, renacer un martes de San Juan bautizado por promesas, llenar de carne tus viejos huesos remendando proyectos inconclusos, agregar a la memoria recuerdos frescos con terminaciones felices, salir del confort para aceptar el reto, aceptar que la vida es un don de Dios? ¿En algún momento en que la noche es plena y la lucidez te guía has querido someter tu marcha, parar en seco, bajar las velas, saltar al agua y nadar a un continente nuevo mientras observas sobre tu hombro la gris humareda después de quemar tus naves? ¿Has sabido ser rey del mundo mientras andas una calle de esquina a esquina, mientras comes, mientras amas, al sujetar el aire con pulmones recios, al apretar los puños alzando alaridos agradeciendo el darte cuenta de la posibilidad de sujetar el mundo con tu entendimiento? ¿Has sentido que en la fugacidad de la existencia está oculta la noción de la permanencia, que en las horas de desaliento se renueva la esperanza, que el veneno que no te mata te fortalece, que en las debilidades está latente el germen de la fortaleza?

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