jueves, 22 de julio de 2010

La germinación de la semilla


Hay retoños de día en que la calma, después de un largo viaje, decide anclar cerca de las costas en que el corazón impone su fortaleza. Hay vestigios de horas rezagadas en que las sonrisas se instalan, sin motivo ni fundamento, en cualquier borde de la boca, y saltan como peces fuera del estanque. Hay residuos de pasado que insisten en brillar como lo hicieron hace mil años y empiezan a ganar terreno entre las paredes inmateriales del alma. Surgen las señales. Las condiciones del entorno son propicias, las denotaciones las comprende cualquier observador iniciado. Emerge el tiempo que es la oportunidad del día. Aparece el código explicando lo insólito de la germinación de la semilla. Hay nutrientes en el aire y los pulmones sostienen que habrá lluvia por la tarde. Las piernas vibran, se vigoriza el deseo. No hay duda, los signos lo marcan así. Abro las puertas de un cuaderno y empiezo a escribir que toco al mundo con ojos y manos, que tengo ganas, que sigo vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario