sábado, 5 de febrero de 2011

El filo de la realidad

¿Ya has comprendido las razones por la cual te aficionas tanto a un filo de la realidad? ¿Por qué existe algo adictivo que te hace frecuentar un sitio en los sueños recesivos, una estrofa subrayada en el libro viejo que almacenas en una orilla del buró, una fotografía agrietada por la maraña del tiempo? ¿Por qué regresas a los mismos besos, por qué insistes en los mismos sorbos del café mientras las horas del trabajo no van aprisa, por qué el mismo tedio de siempre cuando tus diablos interiores te abandonan? Las cosas que uno frecuenta son producto de la aventura cansada. Es la seguridad del puerto, los ofrecimientos con que el confort seduce, la fruta abierta en dos en espera de una boca. Las cosas también escriben. Lo hacen sobre el espíritu de cada quien con la suavidad de una llama. Escriben indeleblemente como si inventaran una nueva partitura de adicciones. Luego, cada quien por separado va reproduciendo esquemas, hábitos, vicios. Cuando eres joven, las cosas empiezan a bordarte letras en el alma, pero cuando ya escribieron lo suficiente dejan de hacerlo. Una vez hecho tocarás, bailarás y cantarás al son de la melodía. O que, ¿siempre estás a la caza de nuevas aventuras? Algo tan fácil como cambiar de profesión u oficio.

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