martes, 8 de febrero de 2011

Libre de culpa

A veces me canso de navegar sobre lo amplio de una sonrisa, de ofrecer puerto seguro al arrogante, de permitirle al fanfarrón la risa de un mal chiste. Me canso de aplaudir el discurso de lo establecido, de acatar la ley por obediencia, de permitir que mi disgusto termine devorándose a sí mismo. A veces quisiera ser el callejón donde se terminan mis miedos, el veneno que asusta y estremece a quien lo reconoce, la furia del ciclón que calla cualquier voz. Me canso de que en mi piel yazca la queja que menciona con insistencia el desastre ocurrido, me canso del temblor de mis piernas a la entrada de la cueva donde roncan furias invernantes, del escozor que arde desde el interior de la sangre. Quisiera retar al destino con el atrevimiento natural de los egregios, con una mirada sostenida, con la paz interior de saber que todo está bien. También quisiera no arrepentirme del derechazo soltado directamente al rostro de mis miedos. Quisiera sentirme satisfecho perpetuamente, no quebrarme ni sentir culpa de mi osadía, no traicionar mi sonrisa de victorioso al ver el incendio provocado por mis llamas. ¿Te has sentido libre de culpa después de arrojar la piedra?

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