lunes, 6 de octubre de 2014

Nada más océanos personales.

Las alegrías se estacionan dentro del alma sin que les preocupe el costo del parquímetro. El sol se mete en mis bolsillos y atesoro los recuerdos del día. Soñé que llovía tanto que me volvía un náufrago en  mis propios mares. Luego no desperté después del sueño y seguí soñando con más lluvia y con otros océanos personales. ¿Te has visto flotando en el interior de la lluvia? ¿Has despertado en la madrugada sólo para sentir que tu cuello se humedece con sudores de lluvia?  Lo bendito del sueño es que vives descubriéndote en otra densidad. La sorpresa que deviene de él es que uno se inventa entre ficciones y esperanzas que no existen.

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