domingo, 26 de octubre de 2014

Mi fiesta y mi alegría

Me gusta poseer cómics y leerlos. Me gustan los libros acomodados en  repisas y libreros, me gusta leerlos, consultarlos y entretenerme hojeándolos suponiendo futuras lecturas. Me gusta tener esculturas de madera, de piedra, de barro y observarlas. Me gusta poseer y habitar mi casa, disfruto de sus molduras de yeso y de sus recovecos y habitaciones. Corto el pasto, me subo a la azotea, camino descalzo por las noches mientras todos duermen. Disfruto teniendo lo que me gusta poseer. Sin embargo, más allá de lo que tengo está lo que siempre me pertenece. Podré quemar libros, regalar lo que tengo, desprenderme de las cosas, romper con todo y despedirme del puerto donde vivo dejando mis tesoros personales. Pero a  lo que no puedo renunciar es a la soledad y al encuentro furtivo conmigo mismo a través de lo que hago y pienso. Me descubro dibujando, escribiendo, sentando la palabra sobre el blanco desierto de la hoja para que descanse diciendo lo que debo, siento y soy. ¿Has renunciado a la luz  consciente de que el brillo lo posees en lo que eres? ¿Has dejado que zarpe la barca quedándote desnudo en el puerto mientras tus posesiones se alejan de ti irremediablemente? 

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