domingo, 19 de enero de 2014

¿Quién sabrá ver lo que digo?

La poca gente que entra a este subterfugio literario teniendo una pequeña noción de quién soy y me lee entenderá el sentido de mi escritura. Los que no me conocen y me leen escaparán de aquí después de leer tres líneas. Aquí juego a ser el tipo rudo, el de los pensamientos duros, el que tira sus netas para conquistar mundos. En este espacio me entretengo soltando la rabia, lanzando pasos desde el precipicio, suponiendo encuentros con verdades que desconozco y que de pronto se aparecen en medio de mi escritura automática. Mis letras son de ceniza porque se levantan de lo que queda después de todo lo que las pasiones han quemado desde dentro. Escribo con los dedos enlodados del corazón sobre lo que cargo, y digo lo que me sale atravesando las puertas que están encadenadas y con triple cerradura. Escribo con el polvo que se levanta al atreverse a dar un paso, al echar la carrera hacia los brazos de un proyecto, al levantar el vuelo desde tierra. Escribo con agua de las lluvias de temporada para dejar recuerdos con rastros de humedad. No escribo con lágrimas de tristeza ya que prefiero hacerlo llorando de alegría ante esas cosas que me entusiasman con pasiones. En estas letras de ceniza sólo digo lo que entiendo, pero quien entiende más sabrá ver que digo menos de lo que escribo. ¿Te has atrevido a decirle al mundo lo que aborreces de ti, lo que nadie sabe que has hecho, los secretos que llamas pecados? ¿Has escrito en una hoja lo que te estorba en el alma y la has arrojado a la basura del sanitario para olvidarte de ella? 

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