martes, 14 de enero de 2014

Lamiendo las cenizas

Nadie es dos veces la misma persona porque se cambia a cada paso y se es otro sin remedio. A veces es cuestión de máscaras, de cicatrices, de saberes, pero sin darse cuenta se cambia por el peso del tiempo, por los arañazos en el alma, por la infestación de las ideas. No son sólo los años los que moldean a la persona, son los vicios engendrados desde dentro, los pensamientos repetidos, la inmediatez con que se vive. ¿Has comprendido cuántas células mantienes desde tu nacimiento hasta la fecha? ¿Te has dado cuenta que se han reemplazado removiéndose una y otra vez hasta convertirte en otro diferente a lo que fuiste? Ante esto tomo las certezas como tales y me ahogo por ratos en cosas que no comprendo. Me confundo lamiendo cenizas de cosas que son lo que fueron, hago planes sobre mis muertes venideras y me oculto entre disfraces para evadir los planes que ya he hecho. No soy dos veces la misma persona porque cada día soy otra diferente a la anterior. Me mantengo siendo el mismo tan sólo durante la fracción de tiempo que dura la caída de una célula de mi piel. El cambio me sobreviene abruptamente y mis transformaciones progresivas forman el continuo de lo que finalmente soy, seré o he sido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario