lunes, 13 de enero de 2014

Lo efímero prevalace

Como el avance de un caracol sobre la perdurable hierba de  los panteones yo ando a pie buscando mis encuentros. Encuentros con personas, con seres, con circunstancias y cosas. Encuentros con ideas y con conceptos. ¿Has levantado la alfombra que pisas a diario descubriendo que el polvo que respira bajo  ella es parte de la piel que minúsculamente se te cae a diario? Busco de forma incesante, neciamente, diletantemente lo que supongo existe como verdadero y fundamental. Me refiero a aquello que por evidente y básico pudiera ser  irrefutable. Pero todo es tan relativo que aún la brusca caída de la guillotina decapitando una esperanza se pone a discusión y genera diferentes verdades. Por ello, antes que todo, busco  lo efímero de las cosas, lo que no prevalece, lo que está en fuga permanente. Eso que se diluye sin freno como las partículas de un reloj de arena midiendo el tiempo. Y aunque también, como ya dije, busco lo perdurable y lo trascendente me atrae sin remedio y por reflejo la fluidez de las cosas. Tal vez porque la dilución es la esencia del ser humano. Bebo de la vida su frágil permanencia y de tanto que lo hago, su robusta ubre sufre de mastitis crónica, aún así, persisto en mi necedad y siento al mundo pasar vertiginosamente. De tanto ver como la piel de mármol de los días pierde lozanía me conduzco con fascinación hojeando catálogos de cremas faciales para untarla a las verdades que envejecen. ¿Le has puesto maquillaje a los acontecimientos intentando disimular sus cicatrices? 

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