Son tiempos de
avanzada para reencarnar proyectos, para renacer con sueños, para reiniciar el
chip. Son días de resurrecciones espirituales, días para ponerle huesos y
cartílagos al alma para que se levante y ande tirando sonrisas desde su
interior. Es tiempo de ajustar el tiempo, de darle cuerda a las manos engrasando
sus engranes, apretando tuercas a las piernas,
desempolvando un poco los sistemas y aparatos. Es momento
de poner cuidado en la flora y fauna que han enraizado en el corazón,
momento de sembrar los efímeros y pasajeros dientes de león donde la amistad se
instala. Es la hora de poner carga eléctrica de mayor voltaje al pensamiento
para repensar lo ya automático, para considerar lo que no se sabe y para suponer lo contrario a lo que todos
ven. El tiempo se come los pies de tanto
andar con pantuflas de felpa sobre el alfombrado confort. Se pierde la
capacidad de andar y deja de ser atractiva la opción de ir lejos, de correr
entre la hierba, de saber que al ir descalzo se conoce el mundo. Los días se
vuelven plácidos y eligen la pereza mientras todo pasa digitalmente en el
dinámico ojo de una pantalla. ¿Has resucitado esperanzas dándole carne y sangre
a tus ilusiones? ¿O has sepultado en vida lo que aún respira?
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