sábado, 3 de mayo de 2014

El regreso de mayo

La sombra aparece con el mismo frescor de mayo, es refulgente y húmeda como un par de calcetines limpios. Caen estrellas de mis ojos cuando supongo el porvenir. Los proyectos nadan barcinos en una pecera de papel. Me descobijo los pies de noche y empiezo a murmurar lo que fui. La vida con mayo se extiende anhelando lluvias pasajeras y fechas marcadas en el calendario. Mi vida se vuelve de un cristal más transparente, y a través de él miro la calle y a la gente que pasa, y medito, y entiendo un poco más de lo que soy. Me vuelvo yo mismo el animal agrio que llevo dentro. Es decir, florece en mí lo que soy de hueso, de caña, de sueños. Voy a muchos lados y me cautivo con lo que encuentro. Parece que viviera dentro de la carpa de un circo donde encuentro las cosas que no conozco. Me descubro como un pedazo de piedra antigua extraído de la pared que ahora es cascajo. Voy con la sonrisa alargada, entendiendo cosas que se cuelgan de mis ojos y que me dejan certezas claras para leer a solas. ¿Te has sentado en un insignificante borde del mundo a mirar un poco lo significativo de los signos del destino? ¿Has cosechado en mayo los blancos huesos con que tu alma anda?

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