jueves, 8 de mayo de 2014

Como el llanto de la lluvia

La caída del llanto de la lluvia, el frío constante en las madrugadas, los rompimientos con la distancia, el vaso lleno de agua sobre la mesa y yo sin beberlo. El tiempo desplegándose sobre el día como un animal que se arrastra devorándolo todo con paciente gula. Las cosas dispuestas en su quietud sin esperanzas y sin proyectos. Comprender lo que es la vida tiene su acierto valioso, sin embargo, también tiene un rostro de decepción y de abandono. Creer tan cruda a la realidad le quita un poco de dulzura. Pero sólo un poco. Y la mayoría de las veces, le agrega sabor a las vivencias. ¿Has sabido responder con certeza  sobre las cosas que te llevarás al sitio de tu muerte? La vida, si pudiera elegirla, diseñarla en su estructura, la elegiría perpetua, eterna, inmortal. La diseñaría como un sistema en continuo crecimiento, que tuviera ganancias permanentes, posesiones para siempre, adelantos sin retroceso. ¿Por qué perder lo que se ha ganado? ¿Por qué dejarlo abandonado al borde del camino? Siempre que veo a alguien muerto me impresiona el vacío que contiene su cuerpo, la ausencia de movimiento y el escurrimiento de todas sus funciones vitales. ¿Te has preguntado a dónde se van los recuerdos, las escarificaciones emocionales del alma, las risas, la ternura, las historias hedonistas y el amor? No sea que simplemente la vida sea como la caída del llanto de la lluvia, nula para quien la vive y destinada al más frágil  de los olvidos.

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