jueves, 29 de mayo de 2014

Cielos sobre mares

Recordar los sueños es llevar una doble vida. Soñar es un acto de libertad que está lleno de atrevimiento y poder. ¿Has creído cierto lo que la piel siente cuando sueña? ¿Has encontrado tus fundamentos existenciales en la materia onírica? De día es necesario abrir la ventana para que se meta el mundo en uno, explotar los músculos corriendo hasta que el esfuerzo queme, cerrar los ojos, bajar la respiración y ponerse a recordar lo que se ha vivido y lo que se ha soñado. De día hay que recordar si fueron sirenas, hadas o mujeres aladas de redondos y duros senos desnudos las que susurraron en tu oído el secreto de un orgasmo. En un momento del día hay que buscar un refugio seguro para revivir recuerdos y rastrear pistas que lleven a entender lo vivido en sueños. ¿Has soñado con fantasmas o con gente que ya se ha ido? ¿Los has visto como si estuvieran vivos, con piel lozana como cuando sonreían felices? ¿O los has oído alegres como cuando te contaban sus sueños? ¿Has soñado que tienes alas y que vuelas lejos visitando cielos sobre mares, volcanes en islas y lugares que no existen? No sé que pasa en mí, pero cuando el olor de la tierra mojada por la lluvia se mete a mis recuerdos y duermo, sueño. Y sueño y despierto todavía de noche o ya de madrugada, y recuerdo. Y al recordar duplico, de forma distinta, la vida.

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