domingo, 25 de mayo de 2014

Las cosas que llegan

Las cosas que llegan siempre son nuevas. Van apareciendo súbitamente en las esquinas de la realidad y se van instalando profundamente en el inconsciente. Se tornan en recuerdos inmediatos que comienzan a fluir desde dentro. Es un proceso tan sencillo que parece insignificante. Lo que se ve, lo que se toca, lo que se huele son percepciones inminentes robadas a la materia para hacerlas postales antiguas que se guardan en los archivos de la mente. Primero se vive, luego se transforma la vivencia en recuerdo y finalmente se inunda la realidad con el flujo constante de imágenes del pasado. Todo esto mientras se sigue viviendo. Los recuerdos se almacenan unos sobre otros de forma jerárquica y de acuerdo a la fuerza con que se metieron al interior. De todo lo que llega se guarda un registro, prevaleciendo a la mano lo más significativo, lo que resultó más impactante o lo que apareció deleblemente ante uno, pero que no se fue. ¿Has pensado lo que harías si tuvieras una vida para impresionarte con la realidad, una para recordar las impresiones vividas y una más para recrearte inventivamente a partir de lo recordado? ¿Has pensado quién serías si no recordaras, si tu vida fuera de paso y pasara de largo por no tener memoria? La vida es como salir al campo a cortar olorosas flores  silvestres que llevarás a casa. Sin duda que el olor de las flores se marchitará para siempre como un estímulo externo, pero el recuerdo del olor será tu compañía fluyendo en ti perpetuamente. Salgamos, pues, a la realidad llevando en la actitud el oficio de cazador de recuerdos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario