miércoles, 21 de mayo de 2014

Bocado de alegría

Comer de la alegría del día lleva lejos. Lo vuelve a uno un hombre calmo, distante del bullicio, concentrado en mirar dentro. Me gusta estar metido en la tarde sintiendo el aire que promete la cercanía de la lluvia. Me gusta el plomizo manto del cielo cayendo al meterse el sol. Ante esto no digo nada. Únicamente me reconforto y alzo la mirada distrayéndome del mundo. Hay momentos en que comer de la alegría del día lo vuelve a uno un ser satisfecho y sonriente. Me doy cuenta que los años que se acumulan en el calendario de la vida tienen un efecto sedante en los melancólicos y nostálgicos. Me percato de mi apetito por destinos que imagino sin moverme un metro de donde estoy. ¿Has visto lejos desde el rincón desde el que escribes? ¿Has observado hacia dentro experimentando el flujo lento de tu sangre irrigando las arterias y venas del aquí y del ahora? 

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