domingo, 11 de mayo de 2014

Rescatado por las alas

No importan las baldosas rotas en la escalinata que va hacia arriba, ni importan las cornisas flojas desde donde se ve el universo. Lo importante es subir y ver las flores desde la orilla del precipicio. El tropezón es el riesgo de todos los días. Llevar paracaídas no socorre del todo pero da seguridad. Andar a tientas en la noche te lleva a recorrer los laberintos como un ciego. Caminar sin dirección no es penosos cuando al lugar que llegas es un sitio de buenas vistas. Lo vuelvo a decir, no importa el tropezón si se vuela con certeza. No importa la caída desde lo alto o desde lo bajo, lo importante es retar al vuelo y abrir las alas. Atreverse a dar un paso es iniciar el día con la esperanza como bandera en alto. No importa que los días marchiten al calendario año tras año. Lo que vale es la cosecha instantánea y trascendente del tiempo. Y lo que trasciende es lo instantáneo rescatado por la conciencia. ¿Has lubricado tus alas abriéndolas al destino para iniciar vuelos donde el universo se hace grande? ¿Te has atrevido a aletear un poco desde el precipicio hasta tocar cornisa nuevamente? La historia es la misma para todos. Atreverse a volar lejos es condición humana. Los destinos son los que cambian y se multiplican en boletos de viajes circulares, inconclusos o sin regreso. ¿Has volado de noche y con cansancio, convencido de que recibirás el nuevo día desde una colina que representa un nuevo inicio? 

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