miércoles, 31 de diciembre de 2014

Girar los ojos

En la línea de la eternidad no existe júbilo por dejar un año y empezar otro, sin embargo, en la zona habitada por el ordinario ser humano, las cosas son diferentes. Hay una excesiva grandiosidad en las sonrisas por lo que partió (en caso de que haya cálculos positivos), y una fervorosa necesidad de iniciar algo nuevo como receta de supervivencia. La resurrección de alma, corazón y piel es un recurso para los condenados. Tomo mis manos y las miro y me doy cuenta de lo que puedo hacer con ellas, y me sonrojo al ver que he hecho sólo algunas cosas marcadas en la lista: escritos personales, dibujos obsesivos de diablos y calaveras, un ajuste de cuentas en el jardín de las dalias, mover una pieza de ajedrez gritando jaque mate, un desportilleo en la pared después de golpear la gosua con la hinchazón de mis huesos, un agujero en la memoria rastreando asuntos de mi infancia, sembradíos de nuevas promesas que darán luz a mis sonrisas, olvidos prematuros de gente que en algún momento estrechó estas manos que olvidan. La resurrección no es un negocio de los muertos, sino un asunto estremecedor de los vivos. Porque sólo los que aún respiran pueden girar los ojos en busca de un destino, un motivo o una despedida. ¿Has proyectado una lista en tu cuaderno de cosas que deseas hacer, algo así como mudar la piel de tus caídas a unos nuevos huesos resistentes, o cambiar la luz en tu mirada para detectar el movimiento fútil del vuelo de una mosca, o identificar las partes del pequeño proceso que da origen al nacimiento de una idea, o  ponerte a prueba con imposibles a tu alcance?

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