sábado, 27 de diciembre de 2014

Entre la trenza de la luna

Los cambios de la luna tienen su misterio. Lo oculto es un manto de magia que dota a las cosas de algo cambiante. ¿Has observado, en la llanura del espejo, tu rostro dibujado de forma distinta cada mañana? ¿Has encontrado en él mapas diferentes donde puedes leer las incógnitas de tus propias sorpresas? Hay momentos en que un cristal pasajero me sirve para ver la profundidad de los surcos que el tiempo ha arado en mi frente. Hay minutos fugitivos en los que comprendo cosas extrañas que nunca pienso, pero que de pronto entiendo desde una dimensión poco usual. Hay pedazos de tiempo que abren sus pliegues para invitarme a saber con gran intensidad lo que pocos segundos después voy a olvidar. Es algo parecido a lo que son los sueños. Al despertar se recuerda con gran nitidez, sin embargo, al paso de los minutos y al ir incorporando las vivencias de cada día, el sueño se diluye como algo fugaz. Entonces la capacidad de recordar se incapacita y el olvido ocurre completamente. El punto es que esa lucidez que me ilumina por fragmentos es, supongo, la misma que me hace perder todo tipo de recuerdos inmediatos. Por ello sé que hay mil caras que refleja mi rostro en los espejos del tiempo. Tengo antifaces y máscaras que hablan de mis metamorfosis en el calendario de lo que soy.

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