jueves, 18 de diciembre de 2014

La máquina de retratar el tiempo

Andar sobre tu piel desnuda es el arte del vago que soy. Habituado a caminar sin rumbo y perdiendo el tiempo he acostumbrado a no hacer nada sobre la ciudad que sostengo en mi memoria. Sobre el asfalto de las calles o montado en la dura piel de concreto de las banquetas voy como un recluta de la ilusión encontrando nuevas lecturas de la realidad. La brevedad de mis placeres está muy ligada a la longeva actitud de creer en todo. Me uno a nuevos deseos y los vinculo a mi afán de estar seducido por tus muslos, esto sin interrupción y sin desvaríos. Acometo entonces la llave que tengo de la memoria y la giro en la cerradura para liberar, de la persistente vejez, a los recuerdos inmutables. Sólo ellos hablan de lo que fue la máquina con que retraté el tiempo que se diluyó preso en daguerrotipos y postales antiguas. ¿Has sujetado, de forma definitoria e irreversiblemente, con voluntad y memoria, las cosas que el tiempo permite sujetar? ¿Ha temblado tu mano al manejar la yunta con que aras la ruda piel del tiempo?

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