martes, 23 de diciembre de 2014

Filosofía y letra

Me parece que cualquier persona tiene, no el derecho (que lo otorga la ley), pero si la posibilidad (que la da la existencia) de creer en lo que las convicciones personales le alcancen. Cada quien sabrá (o no) las razones y las certezas de sus verdades. No hay mayor condena o mayor olvido que la de diseñar la sonrisa personal que lo marque a uno como individuo. Anoche pensaba entre sueños, que prefiero el sincero error de convicción que la dogmática creencia de lo que me dicen que soy. Prefiero la caída y el raspón, así como la pomada curativa después de darme cuenta de mi error, que vivir siempre pensando que yo tengo la razón y que los demás están equivocados. Me gustó darme cuenta de que cada quien tiene la posibilidad de caer y levantarse cuantas veces le marque su destino. Y cuando escribo destino me refiero no a un devenir marcado tajantemente, sino al camino que cada quien ha de recorrer para encontrarse a sí mismo. ¿Has entendido el fanatismo que te mete el pie cada vez que dices que la poesía sólo busca decir lo que es muy complicado decir? ¿Has sido el ácido que corroe la libre voz del que canta que el corazón del amor es de carbono?

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