martes, 20 de septiembre de 2016

Pasos en zonas intransitadas

Los comienzos son efímeros cuando duelen, amplios cuando la esperanza erupta ideales y vacíos al terminar la senda. Hoy empiezo algo que me hace regresar los pasos dados. Voy por las vías del tren sin perder el equilibrio y me detengo a mirar el paisaje. Es un recorrido con ojos de turista al andar por el vecindario. Es descubrimiento de lo ya conocido, gozo del éxtasis pasado, simpatía llana por las cosas nobles. Me siento con alas y vuelo, voy por tierra con garras de lagarto, simplifico mi andar como si fuera un ave y nado entre escombros del día sabiendo encontrar las grietas. En realidad me siento cómodo y lo digo. Si hoy muriera, mi testamento sería lo que fui: acaso lo que hice sin dejar huella; las letras de ceniza donde aún prevalece el fuego; los encantos de la conciencia que me hicieron comprender que estuve ahí, en lugares comunes con la sensibilidad despierta, consumiendo oxígeno sin llegar a destino seguro o zarpando a nado hacía mares infinitos. ¿Has encontrado el acomodo de las piezas en el tablero donde visualizas sonriendo que darás jaque mate a tus propios miedos? ¿Te has sabido dueño del valor en una mano para alzarla muy alto y sostener la bandera en la que crees? Viajar es gratis cuando el simple movimiento conduce a tus pasos a saberte original. Ir hacia nuevas posadas sin descuidar los trayectos lleva a no detenerse nunca. Empieza hoy. Zarpa. Despega desde tus zapatos hacia zonas intransitadas. La cosa es no dejar de moverse porque a fin de cuantas así es la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario