sábado, 7 de agosto de 2010

Que siga habiendo noche


Que las texturas que toca la mano sigan yendo de lo turgente a lo ensortijado, de lo conocido a lo secreto; que los besos insistan en asomarse por la cornisa de tus bocas encontrando sabores de arena y sal; que la piel continúe sumergiéndose en aguas donde el amor se baña desnudo. Que los trigales crecidos en el sexo del atardecer den como fruto un puñado de nostalgias de lo que se fue atándose para siempre al hemisferio derecho de los recuerdos . Que haber aprendido de memoria la ley me sirva para desencantarme de ella no obedeciendo sus mandamientos. Que mi desobediencia la sepa yo compartiéndola exclusivamente con mis cinismos y mis burlas. Que me sirva el brazo para señalar en lo alto un nuevo horizonte por perseguir, que mis pies no se cansen de la marcha apenas iniciada la aventura, que la esperanza bordada en el lienzo negro de mi bandera me identifique al encuentro con los vientos. Que siga siendo yo el que sujete el timón con vigor y cambie la dirección del destino sin impedimentos cuadrapléjicos, sin miedos asesinos, sin compromisos impuestos. Que siga habiendo noche suficiente para estar solo y charlar de cualquier cosa conmigo mismo. Que siga el avance del tiempo como un observador de mis inacabados monólogos. ¿Has estado tan junto de ti como si fueras otro que casi escuchas la fornicación inmediata de tus efímeras ideas? ¿Te has podido observar desde muy dentro tripulando lo que eres?

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