lunes, 2 de agosto de 2010

Ilusiones disminuidas

Me repito una y otra vez en los textos que siembro en mi propio recorrido. No sé hablar de otra cosa más allá de mis 14 verdades panfletarias. Algo parecido es el recorrido a la cruz con sus 14 estaciones. Cada una se reproduce en los muros de los templos, capillas y catedrales de forma diferente pero representando la misma escena. Así van mis verdades que no se muestran disminuidas por la repetición incesante de sí mismas. No puedo usar la palabra que hablo, que pienso y que escribo para expresar algo diferente a lo que creo. La estructura de lo que digo es la misma pero la revisto con rostros nuevos y nuevos antifaces: la perennidad de la vida y su brevedad; su sin sentido para inventarlo todo; los motivos que tiene para matar, para pecar y para arrepentirse de acciones y omisiones; la lubricación de sus resortes, engranes y mecanismos en busca de la explicación individual de la conducta; el mapa donde se esconden los secretos conocidos, los vicios insustanciales, las ilusiones disecadas; la brújula que marca en el horizonte el destino de las cosas, de los seres y de las circunstancias parasitarias; de las mujeres que germinan en el mundo, y de mis ojos que son como trampas donde caen. ¿De que más has podido hablar de la vida cuando sólo conoces la piel de sus tobillos, cuando sólo has imaginado el canto bajo su falda?

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