Hace años que perdí la memoria bajo la tutela del cinismo. Me volví unos gramos más como el deja vu que he tenido desde niño. Experimenté retos rezagados, me atreví a derramar sudor ante esfuerzos y promesas, golpee con vigor mi vida casi como he golpeado una gosua ante el frontis de un trinquete. Cacé imágenes entre esquinas peregrinas, fui y vine comiendo la palabra y el verbo de cada hora en el calendario. Sobreviví a olvidos prematuros y salí vivo del ataúd donde enterré la ceniza que han derramado mis ojos. ¿Has podido tocarte el rostro sudoroso y frío cuando antes has calculado tocar la ungulada superficie de una verdad? Salir vivo después de meter las manos en la espesura del tiempo crea una noción de esperanza y calma que permite continuar en la avanzada golpeando la gosua sobre el viejo y desportillado frontis de la vida.
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