domingo, 27 de junio de 2010

La cita

La anatomía de mis emociones es una descripción minuciosa de lo que es mi redacción con letras de cenizas. Paso los ratos haciendo tibias anotaciones en un blog que nadie lee (pero que representa un escape de los linderos que me aprisionan). Inicio los veranos escribiendo en cuadernos que cargo en mi mochila y que humedecen sus hojas con la lluvia del camino. Invento versos deshojados y tres o cuatro verdades que no olvido. Lo que leo es el juego incauto de palabras que arrojo al espacio digital o a los papeles donde promuevo el nuevo empiezo de un diario de escritura. Lo que leo es lo que me atrevo a decir cuando no le digo a nadie lo que quiero. Son palabras amontonadas de adjetivos, llenas de eventuales necedades y de improvisadas descripciones de cosas pasajeras. Lo que leo es lo que escribo cuando debo sacar a los bañaderos de sol a los cancerberos de mi alma. El psicologo que soy (en la cita que tuvimos) me dijo que debo recetarme una tableta de libertad cada ocho horas durante los días que dure la verborrea; y que mientras tanto siga vaciando los intestinos sobre papeles y libretas para ver si mi entereza recompone su camino unos cuantos grados hacia la cordura.

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