lunes, 28 de junio de 2010

La aleta dorsal

Es como nadar entre un mar profundo y divisar en lo corto la aleta dorsal de un tiburón blanco. Es como sentir la mordida en la carne de una emoción cartilaginosa. Es el miedo y la duda acompasando una amenaza inevadible. La muerte es así. Muchas veces no se piensa en ella hasta que se ve la aleta al mismo tiempo que se siente la mordida al final del callejón. Es mejor vivir en la ceguera del destino. No atender el significado fatal y pronosticado de la vida. ¿Te ha gustado ver el azul intenso de las olas sin amenaza alguna entre sus aguas? No te preocupes por lo que ha de venir. Cierra tus ojos y olvida el final. Piensa y vive en el trayecto que existe en la corta línea del tiempo.

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