lunes, 18 de julio de 2011

Comezones

Hay cosas que no pueden dejar de hacerse. Hay cosas que lo urgen a uno a hacerlas. ¿Has andado de explorador en lo que eres? ¿Has aspirado a convencerte de lo que supones? ¿Has montado una imaginación vertebral cabalgando hasta sitios distantes, comprendido lo que sabes verdadero, analizado el montículo de arena movediza sobre el cual reinas? Hay cosas, saberes, actuares, que ponen raíces sobre mente, corazón y manos, y causan comezón y uno empieza a rascarse devotamente. Entonces uno lee con insaciedad, dibuja compulsivamente, imagina la quinta esquina de la hipotenusa, supone decálogos de conducta, improvisa suposiciones nuevas sobre el comportamiento humano bajo el signo de la comezón. Luego, la sarna desaparece lentamente y el cuerpo y la mente descansan. La comezón se va y uno actúa cotidianamente regresando a las actividades del cuidado de los hijos y a la atención al trabajo. Entonces uno va al cine en familia y por las noches hace lectura de cuentos infantiles. La responsabilidad laboral regresa con engranes lubricados. El hombre promedio está de vuelta. Sin embargo, dentro de esa apariencia sana, la comezón ha de surgir nuevamente con nuevas aspiraciones. ¿Has sentido esa comezón insoportable y has terminado rascándote hasta arrancarte la carne de la cotidianidad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario