martes, 9 de junio de 2009

Como una brisa de mujer

Cuando la felicidad llega a la profundidad del olfato como una inyección de feromonas, no hay duda alguna, la causa es una mujer. No hay nada que te detone tanto los sentidos como te los puede detonar la belleza femenina. A una mujer la inventas con la mirada, que busca resquicios hasta en su alma; la entiendes al leer sus fragancias cuando las flores entran en deseo; la conoces bajo el tacto preciso y detallado de tus manos, la sabes cuando la besas, cuando pruebas en ella el sabor de mar que lleva en la piel; y la comprendes cuando sus cantos de sirena te invitan a arrojarte a lo inabarcable y eterno de sus bordes y fronteras. ¿Has vendido tu alma por la turgencia de un beso de mujer?

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